La Voz en la Autodefensa
En la autodefensa tan importante es salir de una situación donde te están agrediendo, como poder prevenirla. Salir ilesa es nuestro objetivo.
Cualquier
parte de nuestro cuerpo puede ser un arma y tenemos muchos más recursos de los
que pensamos. Muchas veces se nos olvida, que podemos utilizar la voz para
avisar a gente que tengamos cerca de que estamos en peligro, para asustar al
agresor…
Siempre
hay que gritar “FUEGO, FUEGO”. Según diversos estudios de psicología social,
ante esta llamada de auxilio mayor número de gente acude a ver qué está pasando
y reaccionan más rápido que si gritamos “socorro o auxilio”
Cuando
impartimos los talleres, vemos que la voz es algo que cuesta mucho trabajar,
hacemos dinámicas y apenas sale un hilo de voz. Nosotras para animar y
acompañar en ese momento damos gritos, aullidos, berridos. Alguna se anima un
poco y lo más que se oyen son risitas nerviosas, de vergüenza, timidez y seguro
que piensan que nuestras profesoras se han vuelto locas. Es curioso como
también nos han castrado la voz, cuando es una de nuestras mejores armas
preventivas.
Al
gritar liberamos adrenalina y otras hormonas que preparan a nuestro cuerpo para
entrar en acción. Esto dilata las pupilas, acelera el ritmo cardíaco, la
respiración y el metabolismo y les da a los músculos más energía, sentimos
menos dolor, podemos obtener ayuda del exterior y hacer que el agresor desista
de su intento al haber causado revuelo.
Después
de todos estos beneficios, para las que aún no se animan a gritar hay otras
opciones. Las alarmas contra asaltos, es un dispositivo que, tirando de un
pasador, produce un fuerte ruido durante un tiempo determinado. El otro día me
encontré este por muy buen precio http://www.ikea.com/es/es/catalog/products/60237636/
Pero
desde aquí seguimos animando a las mujeres a recuperar la voz, recuperar el
grito, aullemos todas juntas.
La importancia de la Autodefensa Feminista
Nos
entrevistan para el Heraldo de Aragón..."Las agresiones sexuales o la
violencia de género son la punta del iceberg de un problema mucho más profundo:
el de un mundo donde la autoridad es masculina, donde las agresiones de bajo
nivel no se interpretan como tal por parte de los hombres y de las mujeres, y
donde la situación del ‘no soy capaz’ va minando".
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